Bajo la presidencia del Ministro de Relaciones Exteriores de Francia, Édouard Drouyn de Lhuys, se reunieron los representantes de 20 países, en su mayoría europeos (véase la lista de participantes). Según explicó, el objetivo era racionalizar los procedimientos del creciente tráfico telegráfico internacional. A tal efecto, se propuso un tratado general que hadían de firmar las autoridades nacionales, razón por la cual el Reino Unido fue el único país europeo con amplios sistemas telegráficos que no participó en la conferencia: sus redes eran de propiedad privada y no estatales como en la mayor parte de Europa. No obstante, se estimó que, en la práctica, se ajustaría a los términos del tratado.

 

 

Drouyn de Lhuys observó que los acuerdos a la sazón vigentes - los Convenios de Bruselas y Berna de 1858​ - resultaban insuficientes para seguir el ritmo de los adelantos en la telegrafía. Los telegramas internacionales estaban sujetos a múltiples reglamentos distintos, que no eran totalmente uniformes. A fin de sustituir los Convenios, se decidió que el proyecto de nuevo tratado sería redactado por un comité de "delegados especiales" con conocimientos técnicos, integrado mayoritariamente por los ​directores de las redes telegráficas nacionales.

 

El comité de delegados especiales se reunió en 16 ocasiones para analizar los pormenores de la Convención Telegráfica Internacional​, y el proyecto final se presentó a la Conferencia en su segunda sesión del 13 de abril. Contenía disposiciones novedosas. Entre ellas figuraba la introducción de un sistema de tarifas uniformes para cada país en su conjunto, y no por zonas (con la excepción de parte de Prusia y los territorios más remotos de Rusia y Turquía). Cabe destacar que se anexó al tratado un cuadro con las tarifas para los mensajes transfronterizos, utilizándose una única unidad monetaria, a saber, los francos franceses. Gracias a ello se reduciría considerablemente el precio de los telegramas. Por otra parte, se preparó un Reglamento del Servicio Internacional que se adjuntó al tratado. Uno de los aspectos más relevantes del tratado fue que exigía la adopción del código Morse y sus instrumentos, un caso excepcional de la UIT, que raramente especifica un equipo particular.

 

La tercera y última sesión de la conferencia tuvo lugar el 17 de mayo de 1865, momento en que se firmó oficialmente el documento final del primer Convenio Telegráfico Internacional. Esa fecha se considera el nacimiento de la Unión Telegráfica Internacional, precursora de la actual UIT, y se conmemora cada año en el Día Mundial de las Telecomunicaciones y la Sociedad de la Información.​

 

El Convenio y su Reglamento entraron en vigor el 1 de enero de 1866. El tratado contenía una declaración de sus signatarios en la que éstos manifestaban su voluntad común de velar por que las comunicaciones telegráficas entre sus países se beneficiasen de "una tarifa simple y reducida" y por que se mejorasen las condiciones de la telegrafía internacional. Asimismo, los signatarios subrayaron que formalizaría un "acuerdo permanente" entre sus naciones, que no afectaría en modo alguno a las decisiones sobre cuestiones ajenas al servicio telegráfico internacional.

 

No se puede subestimar la importancia del Convenio Telegráfico Internacional. En efecto, por primera vez se armonizaban los reglamentos, las tarifas y la tecnología en toda Europa, hasta sus fronteras con África y Asia.

 

Además, se observaron los efectos más generales sobre las relaciones internacionales. Poco antes de 1865, algunos Estados signatarios habían estado en guerra; el segundo conflicto entre Schleswig-Holstein y Dinamarca había terminado el año anterior, en el que también estuvieron implicados Prusia y Austria. A pesar de ello, el tratado telegráfico fue firmado por todos. Resumiendo el mérito de la conferencia, Drouyn de Lhuys afirmó: